En el 2017, un fabricante de preformas de PET, en la provincia Jiangxi, empezó a tener problemas cuando las botellas de PET empezaron a emanar un olor extraño al ser llenadas con agua. Luego de ser presentados por un amigo en común, el jefe de nuestra compañía concertó una reunión para discutir el problema. Al principio, el cliente en Jiangxi tenía ciertas dudas sobre el efecto del secador deshumidificador, por lo que decidimos enviarle un set de máquinas de prueba por un mes. El éxito fue total, el olor dejó de ser un problema, y el cliente estaba tan satisfecho que condujo personalmente por muchas horas para devolver las máquinas de prueba a nuestras instalaciones, y solicitar sus máquinas propias.
En 2016, un cliente en Dongguan, relacionado con la fabricación de láminas PET, con una línea de producción de láminas PET, compró uno de nuestros cristalizadores PET para mantenerse al día con el aumento de los pedidos. El primer mes de producción, las láminas eran estables. Sin embargo, en tanto la producción aumentaba, comenzaron a tener burbujas y ser quebradizas. El sistema de secado provisto por el fabricante era efectivo, pero sólo a un nivel de producción menor.
Al comunicarse con Hejin, examinamos los requerimientos de producción y los problemas que enfrentaban. Diseñamos un sistema de deshumidificación y secado que completaran el proceso de secado de dos máquinas de láminas PET, así como proporcionamos un cristalizador de PET para el cliente dado que algunos materiales reciclados tienen un bajo índice de utilización y estos equipamientos solucionan este problema. El cliente nos hizo saber que nuestro equipo no sólo resolvió estos inconvenientes, sino que redujo el costo de materiales.
En 2016, un cliente de Hunan necesitaba solucionar el problema causado porque el almacenamiento del material ocupaba mucho del espacio destinado a la producción, pero necesitaba ser resguardado bajo techo. El área de almacenamiento anterior estaba tenía 100 metros cuadrados y contaba con dos niveles apilados. Asimismo, la clasificación y manejo del material era difícil, y el apilado requería un exceso de mano de obra, lo que incrementaba costos. Fue así como le sugerimos al cliente un silo de almacenamiento exterior diseñado exclusivamente conforme a sus requerimientos, con 200 metros cúbicos y un área de 20 metros cuadrados, tan sólo una quinta parte del espacio usado originalmente. El silo contaba con sensores que permitían detectar el peso y la cantidad de material almacenado. Los materiales podían transportarse directamente a donde eran necesitados, lo que redujo las pérdidas, errores y robos. Al mismo tiempo, el área de producción y el costo se redujeron considerablemente.